Alimentos ultraprocesados, la involución de la merienda escolar

¿Con que se regenera su cuerpo: con alimentos reales o ensañas a regenerar con plástico?

Por. María Martínez
Asesora nutricional de Pollo Rico.

Somos nosotros los padres los únicos responsables directos sobre la educación alimentaria y nutricional de nuestros hijos. Somos nosotros quienes enseñamos cuál alimento se debe comprar, cómo lo debemos consumir, en qué cantidades y tiempos, enseñamos ejemplos claros de la relación que se debe tener con la comida.  Y nosotros somos quienes debemos reconciliarnos con nuestro cuerpo y aprender a escucharlo.

Se han preguntado ¿Qué información le brindo a mi hijo cuando  se desayuna un cereal con azúcar, un “producto lácteo” y grasas o cenan productos precocinados, fritos o congelados? , ¿Cómo contribuyo en su crecimiento saludable, si yo soy quien decido con qu´r materia prima contara su cuerpo para CRECER SANO Y FUERTE?

Uno de los grandes retos en nutrición infantil es luchar contra la adicción a los sabores intensos. Si un niño se acostumbra a comer con mucho sabor, sal y aditivos, no querrá tomar verduras ni frutas ni pescados o lácteos naturales. De hecho, está demostrado que no tomar estos grupos de alimentos en niños causan déficits nutritivos.

Los productos ultra-procesados están característicamente formulados a partir de ingredientes ‘refinados’ y ‘purificados’ a los que se les ha sacado la matriz fibrosa acuosa de sus materiales crudos originales. Están formulados para ser atractivos a los sentidos, híper-apetecibles y para generar hábito, mediante el uso de mezclas sofisticadas de aditivos cosméticos y de otros tipos, y de lo más innovador en cuanto a empaquetamiento y publicidad.

Es más, los productos ultra-procesados son supuestamente ‘convenientes’, es decir, listos para comerse (o beberse) o calentarse. Haciéndolos con todo esto irresistibles, pero una vez que vemos más allá de lo rico y fácil de un sándwich de jamón (ácido nitrítico), con queso (saborizado artificialmente a queso) y un pan blanco (que jamás envejece). Podrás estar consciente de invertir tiempo en la educación nutricional y preferir siempre alimentos frescos y locales, cocinados por vos idealmente.

 

De la mano con tu hijo

Yo te invito a leer las etiquetas nutricionales de los productos y considerar las cantidades de azúcar, sodio y grasas, evaluar donde y con qué ingredientes fueron elaborados antes de ALIMENTAR tu cuerpo y el cuerpo de tu hijo.

Es fundamental empezar el trabajo desde la casa, fomentando las comidas en familia y en la MESA, igual si durante la semana no hubo  tiempo, tratar de buscar el momento, los fines de semana, los desayunos;  las meriendas puedes ser ideales para colocar mensajes como formas en sus alimentos, etc por más simple que sea la comida, que sea comida REAL.

Es importante también  ir al supermercado o mercado y enseñar a elegir las verduras, a que conozcan los colores, olores, por qué no sabores, a que cuenten las unidades de tomate que caben en una  libra,  a cocinar juntos,  preguntarle si le agregaría mas sal, azúcar, pimienta donde tu hijo aprende a tener una relación con su alimentación.